PERSONAJES DE FACINAS EN MI NIÑEZ

Allá por el año de 1945, los Hermanos García Sillero de Tarifa, compraron el Salón de Ortega y tras un arreglo para acomodarlo como Cine, tuvimos sesiones cinematográficas y los niños de mi edad disfrutábamos con la novedad que nos había llegado.

Unos días antes de las proyecciones, llegaba en el autobús de Comes un paquete conteniendo los carteles que anunciaban el próximo estreno.

Además de los citados carteles que ocupaban una gran pizarra, llegabas unos cartones de un tamaño 30x40 con fotografías  de algunas fases de la cinta, las mas vistosas por cierto.

Había un personaje dedicado a recoger el envio y que procedía a su colocación en aquella misma tarde (El autobús tenia su llegada a las 5 de la tarde).

Se llamaba Hidalgo. Era bien conocido por su apellido. Toda la chiquillería le seguíamos a los sitios destinados a exponer los carteles y cartones para enterarnos bien del evento que a pocas fechas se nos avecinaba.

 Recuerdo a Hidalgo con cariño,  aunque hace años que falleció, como todas las personas de mi niñez.

Como en Facinas no existía en la práctica luz eléctrica suficiente para el mantenimiento del cine, pusieron un motor con dinamo que atendía las necesidades del cine. Al frente de dicho motor había una persona muy estimada y apreciada por mi. Se llamaba Curro Tapia y era el que normalmente llevaba el mantenimiento de los motores de la Fábrica de Harina que había a la entrada de Facinas de Alfonso Paz Castro.

Otro personaje muy afectivo y sobre todo muy nombrado en Facinas era Ramón el electricista.

Estaba encargado de los motores Wosley de la Fábrica de Harinas de Diego Rosano Araujo. Pero como en dicho Centro había una dinamo que suministraba corriente continua a la pobre red eléctrica de Facinas ( sin llegar a incluir la parte de Vico), él era el electricista del pueblo y quien arreglaba las averías y corte de suministro que frecuentemente acontecía y sobre todo los días de levante.

Otro personaje que ocupo un puesto muy importante en la distribución y reparto de alimento a las tiendas de Facinas, fue Juan Viera, siempre acompañado de su pareja “Maria Macho”. Sobre todo cuando llegaba a Facinas Tomas Calderón, de la Zarzuela y entre los dos agotaban las existencia de Vino de Chiclana en algunas tabernas del lugar.

Quiero levantar mi copa y brindar por el donde quiera que esté por su trabajo tan duro.

Hay otro personaje que puede que los más mayores del lugar lo recuerden. Se llamaba José Muñoz y hace tiempo falleció sin que le quedara familia que le recordara.

Era el encargado de la limpieza y recogida de basura. No sé si antes que Joaquín Toledo o con posterioridad a él. Este José Muñoz, cuando trabajaba sacando tierra para el puerto de Tarifa muy cerquita de la Peña, se encontró un tesoro de monedas de oro que vendió y durante unas fechas fue un potentado económico, hasta que descubrieron el motivo de su bienestar y cayó en desgracia..

Cuando yo le conocí fabricaba aventadores (soplillos) para la cocina y empleitas, amén de su trabajo en la limpieza del pueblo.

Merece un aparte especial hablar de Pepita Roa. Telefonista, catequista y profesora idónea ocasionalmente, dado que por su preparación valía para ello. Esta mujer era la portavoz de todas las noticias buenas y malas que por vía telefónica llegaban a Facinas amen de otros medios por los que se enteraba de los propios interesados cuando hablaba con ellos.
Tenia el don de atender a todos con dedicación exclusiva, paciencia y prestar la máxima atención a todos los problemas.
Todos los que en aquellos años de 1945 éramos niños recordaremos su función de catequista en la parroquia, así como de Lutgardita, otra persona muy afín a la Iglesia y a la enseñanza del catecismo con unos modales llenos de cariño y paciencia para  nuestras travesuras.

Y termino no queriendo dejar de recordar a alguien que marcó una época polémica en Facinas. Fue un personaje femenino problemático pero pintoresco. Le llamaban “La Oveja”. Dio mucho que hablar durante varios años por su libertinaje y condescendía con el “Personal de Tropa Militar” del Campamento de Facinas, y mitigó a cientos de reclutas los deseos sexuales insatisfechos por otros medios. No sé como terminó sus días en la Residencia de las Monjas en Tarifa.

Pedro Eduardo Cózar Estévez